LICENCIADA EN PSICOLOGÍA.UNIVERSIDAD AUTONOMA DE MADRID 1998. PSICOPEDAGOGA.UCM.2005

domingo, 21 de febrero de 2016

TRASTORNOS DE ANSIEDAD EN NIÑOS Y ADOLESCENTES

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La prevalencia de las fobias y los trastornos de ansiedad es alta: aproximadamente uno de cada diez  jóvenes cumple con los criterios de diagnóstico de este tipo de patología en algún momento de su vida.

Esta cifra hace que los trastornos de ansiedad sea uno de los problemas de salud mental más frecuentes en niños y adolescentes. En la adolescencia un porcentaje considerable de jóvenes presenta también depresión como trastorno comórbido.

En el manual Diagnóstico estadístico de trastornos mentales (DSM5) las fobias y trastornos de ansiedad están clasificados de acuerdo a su edad de aparición. Los trastornos de ansiedad por separación, mutismo selectivo y fobias específicas se inician a una edad temprana, por lo general antes de los 10 años. Durante la adolescencia la fobia social y un poco más tarde el trastorno de ansiedad generalizada, son los más frecuentes.

Desde el punto de vista del desarrollo la ansiedad y los miedos reflejan desafios asociados con cada etapa vital

Los trastornos de ansiedad y las fobias tienen un origen multicausal, es evidente que los factores genéticos son relevantes (como el temperamento del niño), pero hay también variables ambientales implicadas.

La inhibición conductual, tendencia habitual de los niños ante la ansiedad y el escape a estímulos y a situaciones nuevas, han demostrado ser predictores consistentes para el desarrollo de problemas de ansiedad en jóvenes.

En los problemas de ansiedad y miedos, los procesos de aprendizaje como el condicionamiento, el modelado de los padres, y la transmisión de información negativa, son especialmente importantes.

Los niños desarrollan el miedo y la ansiedad después de experiencias negativas con estímulos y situaciones concretas o por haberlo observado en otras personas, o a través de medios de comunicación.

En la adolescencia, el período en el que el joven comienza a separarse de los padres e intenta relacionarse más con sus compañeros, por diversas razones (genéticas, temperamento inhibido, experiencias negativas como ser víctima de burlas..) algunos jóvenes tienen dificultad para superar este desafío y pueden desarrollar miedo social y ansiedad.

Los padres tienen un papel fundamental en el desarrollo cognitivo y emocional de los hijos, en el hallazgo de diferentes investigaciones se ha podido observar que; los padres ansiosos transmiten sus propios miedos a sus hijos, a través del modelado y de la transmisión de información negativa. Además, también pueden ser propensos a mostrar comportamientos de crianza sobreprotectores, que aumentan la conciencia de amenaza en su hijo, reducen su nivel de percepción de control, y promueven los comportamientos de evitación.

Los padres pueden transmitir sesgos cognitivos a sus hijos, que distorsionan el procesamiento de la información relacionada con amenazas o peligros, y pueden desempeñar un papel importante en el mantenimiento y la exacerbación de los problemas de ansiedad en niños y adolescentes.

Diferentes estudios también han demostrado, una clara relación entre las emociones de culpa y vergüenza en el trastorno de ansiedad, ya que los jóvenes que son más propensos a mostrar estas emociones, son también más susceptibles a la ansiedad.

Los niños y adolescentes ansiosos no deberían evitar el estímulo o situación que temen, sino enfrentarse a lo que les produce ansiedad, este es siempre el tratamiento más eficaz. De esa manera pueden aprender que muchas cosas que temen que ocurran, en realidad no van a suceder.

Los pensamientos que generan ansiedad también pueden ser corregidos, por terapia cognitiva tradicional (reestructuración cognitiva).

La terapia cognitivo conductual TCC es el tratamiento de primera opción para niños y adolescentes con trastornos de ansiedad, sin embargo cuando los niveles de ansiedad son extremos y hay comorbilidad con depresión, el uso de medicamentos antidepresivos (preferentemente, inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina ISRS, están bien indicados. La combinación de TCC y medicación es muy habitual, como tratamiento independiente la medicación sin TCC no se recomienda, puesto que los niños tienden a recaer una vez finaliza el tratamiento farmacológico.