LICENCIADA EN PSICOLOGÍA.UNIVERSIDAD AUTONOMA DE MADRID 1998. PSICOPEDAGOGA.UCM.2005

martes, 8 de diciembre de 2015

FACTORES DE RIESGO EN LA VIOLENCIA EMOCIONAL O FISICA HACIA LOS PADRES

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Baja capacidad de empatía, alta impulsividad, baja tolerancia a la frustración, baja dificultad para expresar emociones entre otros yestilos educativos determinados, como el estilo parenteral excesivamente permisivo, en los que no se establecen límites claros. Son algunos de los factores, que pueden influir en que, surja este tipo de violencia en el entorno familiar.

Si bien es cierto, que se señala la adolescencia temprana, alrededor de los 11 años, como período crítico para su comienzo, los extremos pueden ir desde los 4 años hasta los 24 o más, situando el pico de esta curva de violencia, en las edades comprendidas entre los 15 y 17 años.

Aunque son diversos los factores (individuales, familiares, sociales, escolares) que influyen en que surja conductas de violencia hacia los padres, diferentes investigaciones han observado determinados circunstancias y factores individuales, que hacen más probable que estas aparezcan, incluso antes de la adolescencia.

Los principales factores de riesgo individuales son: baja capacidad de empatía, alta impulsividad, baja tolerancia a la frustración y baja autoestima.

Igualmente se ha observado que la sintomatología depresiva, el sentimiento de soledad, el malestar psicológico, la baja satisfacción vital y la dificultad para expresar emociones o interactuar emocionalmente, también correlacionan altamente con este tipo de conductas.

Los niños o adolescentes que presentan estas conductas también son irritables, tienen dificultad para controlar su ira y su modo de actuar es egoísta, con escasa capacidad de introspección y autodominio.

En la adolescencia suelen presentar un locus de control externo, conductas antisociales fuera del ámbito familiar, identificando la mayoría de las investigaciones el consumo elevado de sustancias tóxicas, como un disparador de la violencia, ya que, provoca cambios significativos en su comportamiento.

Además, existen trastornos psicopatológicos en  niños o adolescentes, que pueden ir acompañados de conductas agresivas: trastornos del estado de ánimo y/o ansiedad, trastorno de déficit de atención con o sin hiperactividad, trastornos de vinculación, trastorno disruptivo o del aprendizaje, trastorno negativista desafiante, trastorno disocial, el explosivo intermitente o el antisocial de inicio en la niñez o adolescencia.

Una de las principales variables, a tener en cuenta en los casos de violencia infantil y juvenil, es el estilo educativo familiar. En términos generales el estilo educativo democrático, es el que más relacionado está con el ajuste emocional y comportamental de los hijos, mientras que la disciplina inconsistente, la crítica manifiesta, la presencia de frecuentes conflictos parentales y la baja cohesión afectiva en la familia, son factores de riesgo frecuentes para este tipo de conductas.

En diversos estudios se destacan el estilo negligente, el autoritario y el sobreprotector o permisivo, como climas familiares favorecedores de dinámicas agresivas en las familias y en particular, en el comportamiento de los hijos.

 Principalmente se ha sugerido el estilo parental excesivamente permisivo, como uno de los más destacables, en la base del problema. En estas familias con ausencia de normas y reglas, donde los padres no asumen su rol como educadores, se observa en muchos casos la parentificación de los adolescentes, es decir, un grado muy elevado de autonomía y responsabilidad, inadecuado para su edad y madurez. En estas familias no se han establecido límites claros, bajo la premisa de “no frustrar a los hijos”, lo que conlleva una ausencia de supervisión durante los primeros años de crianza, que implica con la llegada de la adolescencia, que los padres no sean percibidos como figuras de autoridad a respetar, provocando lo que en ocasiones conocemos como, un comportamiento tiránico hacia los padres.

Otro de los factores que pueden influir, es el hecho de convivir en un entorno familiar violento, lo que aumenta la probabilidad de que los hijos, identifiquen la violencia como un modo legítimo, útil y eficaz para controlar a los demás e imponer el propio criterio, como forma de resolver conflictos.

Es frecuente en la terapia de estos casos, cambiar el patrón de interacción familiar ligado a la conducta violenta, incrementar la interacción recíproca, la claridad y precisión de la comunicación  Es importante lograr el acuerdo parental y la evitación de confrontación entre los conyuges, seguir pautas específicas para el control y contención de la conducta del hijo/a, utilizando técnicas y habilidades, que harán posible la mejoría de este tipo de conductas.

sábado, 21 de noviembre de 2015

PSICOPATIA INFANTIL Y JUVENIL

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La psicopatía infantil requiere de una atención especial, pues no se trata únicamente de problemas de comportamiento, sino de unos rasgos de personalidad que implican una falta de desarrollo afectivo normal (frialdad emocional, manipulación, falta de empatía, encanto superficial, falta de culpa, incapacidad para experimentar miedo…) que asociados a una falta de internalización de la norma, les hacen muy problemáticos para la sociedad.

De los psicópatas siempre se ha dicho que utilizan el encanto, la manipulación y la violencia para controlar a los demás y así satisfacer sus propias necesidades. Faltos de conciencia y sentimientos hacia los demás, toman con extraordinaria sangre fría sus acciones, violando las normas y expectativas sociales, sin el menor sentimiento de culpa o remordimiento.
Su maldad radica en la premeditación con que planean hacer daño a los demás. En el plano afectivo, se caracterizan por experimentar emociones lábiles y superficiales, por su falta de empatía, ansiedad y sentimientos genuinos de culpa y remordimientos, así como por su incapacidad para establecer vínculos duraderos con otras personas. A nivel interpersonal son arrogantes, egocéntricos, manipuladores, dominantes y enérgicos, en sus conductas irresponsables, impulsivos y buscadores de sensaciones, suelen transgredir con facilidad las normas sociales y se caracterizan por un estilo de vida socialmente inestable, que incluye comportamientos parasitarios y faltos de planificación.

Si estos son los rasgos de la psicopatía adulta ¿Que ocurre en la Psicopatía Infantil? ¿Cómo se caracteriza? ¿Cómo podemos tratarla?

Diferentes estudios con niños sobre temperamento falta de temerosidad y conciencia, indican que a los niños con características psicópaticas les fallan los precursores tempranos del desarrollo de la empatía, que implican el desarrollo afectivo normal, para detectar el malestar y el distrés en los otros. Este tipo de emociones que se conocen como emociones morales, autoconscientes o emociones sociales, se empiezan a desarrollar alrededor de los 18 meses, que es cuando el niño adquiere la autoconsciencia y las emociones como el bochorno, el orgullo, la culpa o la vergüenza. En el caso de los niños con características psicopáticas no tienen desarrolladas estas emociones y son incapaces de experimentarlas. No sienten la ansiedad característica que tiene cualquier niño en la etapa de socialización cuando va a transgredir una norma y surge el miedo a la represalias de los padres, lo que hace muy complicada su socialización.

Dentro del grupo tan grande y heterogéneo de niños con problemas de conducta, se diferencia por tener elevados niveles de comportamiento antisocial y desafiar constantemente la norma y a la autoridad, pero además por ser fríos, manipuladores, mentirosos, con dificultad para experimentar emociones, sobre todo asociadas al miedo.

Los estudios sobre la estabilidad psicopática muestran una gran estabilidad desde la adolescencia a la edad adulta, por lo que se debe comenzar a tratar antes.

Diferentes estudios han mostrado que la grandiosidad, la falta de empatía y de remordimientos, y el fallo para aceptar la responsabilidad de las transgresiones, que son típicas de la psicopatía, también se dan en los adolescentes. La capacidad de apreciar la reacción de los otros, como por ejemplo empatizar con la reacción emocional de los padres cuando transgreden una norma, requiere del desarrollo de habilidades, que se produce entre la adolescencia temprana y media. Es importante por tanto, diferenciar en esta etapa, cuando nos encontramos ante un problema de conducta propio de la etapa evolutiva, o cuando estamos ante un precursor del trastorno en la edad adulta.

Los niños que tienen problemas de conducta y además presentan patrones de comportamiento como falta de empatía, falta de culpa, de remordimientos y de insensibilidad hacia las emociones de los demás, con patrones de comportamiento antisocial más severos, estables en el tiempo y que minimizan las consecuencias que su agresión provoca en sus víctimas. No son intimidados por la posibilidad de recibir un castigo y desarrollan con mayor facilidad este patrón de conducta psicopática estable en el tiempo a la edad adulta.

Detectar este tipo de psicopatía a tiempo principalmente en la niñez y tratarla precozmente, aumenta las posibilidades de mejora en estos casos, pues se ha comprobado que en la edad adulta, las características de insensibilidad emocional hacen el tratamiento poco eficaz.

sábado, 31 de octubre de 2015

MEDICACIÓN EN TRASTORNOS DE ATENCIÓN

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Los Niños/as que son diagnosticados con TDA-H, podrían pertenecer a otras categorías diagnósticas psiquiátricas o padecer dificultades de aprendizaje, presentando síntomas similares, pero con etiología diferente.

Los datos actuales acerca de los trastornos de atención con o sin hiperactividad TDA-H suponen una grave alarma social, por la evolución de las cifras actuales. Algunos estudios señalan una prevalencia de 6% al 10% de la población de niños con edad escolar. Según otros autores lo más usual es situar la tasa de prevalencia entorno al 5%.
Estimándose además predicciones en aumento para un futuro próximo.

Para que el tratamiento y diagnóstico del TDA-H no obedezca a una visión reduccionista y simplificada de la psicopatología, no debe obviarse la etiología contextual, sistémica y ecológica que podría explicar el estado del menor, así como las claves emocionales implicadas y su historia psico-evolutiva.

La etiología del cuadro descrito bajo el nombre de TDA-H, puede deberse más a parámetros sociales, educativos o a otros tipos de trastornos físicos o psicológicos e incluso a dificultad de aprendizaje, llevando asociados dichos síntomas pero no siendo esa la causa orgánica, ni teniendo como base dicha alteración neurológica, por lo que en algunos casos, se podría tratar el problema de base, sin necesidad de incluir el tratamiento farmacológico.

Es importante considerar que las características cerebrales de cualquier etiología, no son causas o consecuencias de un comportamiento, sino que se van formando a lo largo de la vida, como parte de un proceso donde intervienen las interrelaciones biológicas, sociales y culturales, es decir la experiencia concreta en una historia de desarrollo individual, por lo que se puede tratar y modificar, teniendo en cuenta las mismas consideraciones personales y contextuales.

El uso de psicoestimulantes como el Metilfenidato, uno de los principales tratamientos para el TDA-H puede producir signos de docilidad en niños/as, sin que por ello mejore el rendimiento académico o se enriquezca el abanico de comportamientos, que permita al menor adaptarse mejor a su entorno, aunque si le permita moverse mejor en ambientes altamente estructurados.

Diversos estudios han constatado que, el consumo continuado de psicoestimulantes, causan apatía, retiro social, depresión emocional o comportamientos obsesivos o perseverantes. Por lo que debe tenerse en cuenta en le correcto diagnóstico y en las posibles opciones de tratamiento.

Al realizar el diagnóstico y tratamiento de los niños/as con trastorno de atención, se debe tener en cuenta las posibles etiologías y todos los factores influyentes, de forma que se trate el problema en su conjunto, favoreciendo la no categorización y el tratamiento más adecuado en cada circunstancia.

sábado, 24 de octubre de 2015

TRASTORNO DEL ESPECTRO AUTISTA

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El trastorno del espectro autista es una alteración en el desarrollo que se caracteriza por unos déficits persistentes en dos pilares fundamentales: la interacción social y la comunicación social

Para que el trastorno sea diagnosticado como tal, estas dificultades deben presentarse en múltiples contextos, manifestadas actualmente y estar marcadas por patrones repetitivos de comportamiento en actividades e intereses.

El TEA o trastorno autista se ha incluido siempre dentro del grupo de los Trastornos Generales del desarrollo (TGD), junto con el trastorno desintegrativo infantil, trastorno de Asperger, trastorno de Rett y trastorno generalizado del desarrollo no especificado.

El TEA se encuentra clasificado dentro de los Trastornos del neurodesarrollo bajo un mismo grupo y unos mismos criterios de diagnóstico y se organiza en tres niveles de gravedad según el apoyo requerido por el niño/a. siendo 3 el máximo apoyo y 1 el mínimo. Es importante especificar además si el niño/a con TEA tiene alguna comorbilidad asociada como: discapacidad intelectual, deficiencia en el lenguaje, trastorno asociado a una condición genética o médica conocida, factores ambientales o con catatonia.

Las últimas investigaciones realizadas en EEUU, apuntan a una prevalencia del TEA DE 1/68, este número ha aumentado considerablemente desde el año 2006, cuando su prevalencia se cifraba en 1/110 niños/as.

Entorno a este trastorno existen múltiples factores de riesgo que pueden afectar de una u otra manera al núcleo familiar, padres y hermanos. El principal factor de riesgo sería el estrés parenteral, que no ayuda y pone en riesgo las habilidades sociales y de buena conducta de los hermanos de niños/as con TEA.

Junto con el estrés parenteral, se encuentran otros factores de riesgos como la depresión, la escasez de actividades lúdicas en la familia,  la menor atención de padres hacia los hijos sin TEA, o el clima familiar entre otros.

Uno de los factores de riesgo más influyentes es el grado de afectación del niño/a con TEA, pues cuanto mayor sea la presencia de conductas disruptivas o agresivas en él, mayores problemas de ajuste conductual, emocional y social puede presentar su hermano o hermana.
Cuantos más recursos posea la familia del niño/a con TEA y mayor apoyo procedente de políticas sociales del entorno, existirá menor estrés parenteral, habrá mejor clima familiar y los hermanos del niño/a con TEA, presentarán menos problemas en su autorregulación.

Los apoyos orientados hacia las intervenciones para el manejo de las emociones o de apoyo en dificultad o estrategias de aprendizaje, en el manejo de conductas problemáticas o programas de apoyo y participación activa familiar, entrenamiento de la resiliencia e intervenciones de carácter preventivo en el ámbito escolar , familiar y social etc.. Son algunos de los programas más importantes que se pueden llevar a cabo en el entorno del Trastorno de espectro autista.

sábado, 10 de octubre de 2015

DESARROLLO DE LAS POTENCIALIDADES EN EL NIÑO/A SORDO

El desarrollo de las pontencialidades de las personas sordas dependerá en gran medida de; lo que los profesores sean capaces de hacer en su infancia, de lo comprensivo que sea el entorno con las limitaciones y de los apoyos que reciba.

En términos generales, se considera que una persona tiene una discapacidad auditiva cuando su función auditiva es inferior a los límites de la normalidad, provocándole dificultades para la vida relacional, escolar y laboral.

El momento en el que aparece la perdida, influye especialmente en el desarrollo y uso del lenguaje, según los casos podemos diferenciar entre:

-          Cofosis/sordera/hipoacusia prelocutiva. Es la que se produce antes de que el niño/a aprenda a hablar y a comunicarse funcionalmente mediante la lengua oral.
-          Cofosis/sordera/hipoacusia poslocutiva. Es la que se produce después de que el niño/a aprende a hablar y a comunicarse funcionalmente, mediante el lenguaje oral.

Dada la incidencia que sobre el desarrollo del lenguaje tiene la audición, debemos tener en cuenta, como se produce este proceso; cuando un oído tiene una audición funcional, comienza a percibir los sonidos desde que es feto y está dentro del útero. Es la audición externa unido al feedback que se produce al escucharnos hablar, lo que incide de una forma definitiva en el desarrollo del lenguaje. Es más, la importancia es tal que los estímulos acústicos del habla, se procesan de manera diferente a otros sonidos.

Durante los diez primeros años de vida y principalmente hasta los 5 años, se da una intensa maduración en las vías auditivas y en los centros cerebrales encargados de procesar los sonidos y de adaptar el cerebro a las necesidades ambientales. Por eso es tan importante en estos casos la estimulación lo más temprana posible.

Hay que tener en cuenta que existen grandes diferencias, en cuanto a limitaciones y necesidades entre una persona sorda total desde el nacimiento y otra que oiga, aunque sea un poco. Entre no oír y oír algo, hay una gran diferencia en la comprensión del entorno. Por ello los esfuerzos médicos van encaminados a la mejora auditiva (tanto en calidad como en cantidad) y los esfuerzos psicopedagógicos según los casos, orientados a aprender el lenguaje, compensando la pérdida auditiva con otros sentidos y a compartir en la medida de lo posible, el mismo código de comunicación, sacando el máximo rendimiento a las prótesis auditivas o a los medios técnicos de amplificación.

Pero ¿Cómo es el proceso de aprendizaje del lenguaje en niños/as con estas características?

Aunque los niños/as sean cofóticos y prelocutivos, todos emiten sonidos, aunque éstos sean inarticulados y no formen palabras. No obstante se ha de mencionar que, estos niños pueden llegar a desarrollar el lenguaje oral funcional, aún así en estos casos, las consecuencias en las dificultades del aprendizaje del lenguaje son:

§         Severos problemas para comprender y aprender el lenguaje oral, por lo que este proceso de aprendizaje debe llevarse a cabo por una persona experta, en ocasiones el niño/a sordo no llega a percibir las palabras, pero sí le llega información de tonos e inflexiones, hay que ser cuidadoso en la presentación del lenguaje, para que no le lleve a errores en la interpretación. Estos niños/as pueden llegar a decir palabras, pero el especialista tiene que conseguir que estén verdaderamente interiorizadas y que están sean funcionales. Por eso la ayuda del lenguaje corporal, es tan importante para este aprendizaje.
§         La dependencia de la labiolectura, es otra característica importante en el aprendizaje del lenguaje con estos niños/as. Leer los labios para ellos es fundamental, para entender al parlante,( aporta el 50% de la información necesaria para la comprensión del interlocutor que habla), pero no resulta sencillo; es cansado, requiere de atención sostenida y hay que realizar mucha complementación e integración visual, ya que algunos fonemas no resultan visibles o son difícilmente diferenciables. La labiolectura se basa en el análisis y síntesis de los movimientos articulatorios captados por la vista. Para paliar las dificultades en esta actividad tan importante se recomienda:

-          La distancia idónea a la que se debe situar el hablante es entre medio metro y metro y medio (nunca menos de 0,3m o más de 8m), ya que impide el captar los detalles necesarios para leer los labios, mirando de frente y sin contra luz y con luz adecuada.
-          La boca no debe tener obstáculos que dificulten los movimientos y se debe articular de forma clara, pero sin exagerar los movimientos de los labios y sin gritar.
-          Se debe usar una conversación fluida, con una correcta organización gramatical y sin lenguaje telegráfico.
-          Se deben repetir las palabras en su contexto, para su correcta comprensión, no de forma aislada y ampliar el discurso adaptándose a la competencia comunicativa del niño/a, ampliando su vocabulario de forma paulatina.
-          El apoyo en discriminación visual es muy importante en este proceso, para compensar estos déficits, usando principalmente la vista para apoyar al lenguaje.
-          Es importante además dar explicaciones detalladas, hacer comprobaciones, usar imágenes, dividir las actividades en pequeños pasos de aprendizaje con dificultad creciente y presentar las tareas muy estructuradas.

En lo que respecta al desarrollo motor de los niños/as sordos este en términos generales suele ser normal, sólo en algunos casos, podemos encontrar problemas en el mantenimiento del equilibrio, ya que guarda relación con los conductos semicirculares, que se encuentran en el oído, situación en la que su tratamiento es fundamentalmente médico.

Desde el punto de vista emocional, afectivo y psicológico, aunque su desarrollo puede ser normal hay que tener en cuenta algunas circunstancias de especial interés:

-          La necesidad de crearse una identidad real de acuerdo a sus características y de tener una autoestima y autoconceptos positivos, en este sentido es muy importante el apoyo y la valoración de los adultos, valorando los logros con los mismos criterios que a los demás y teniendo en cuenta sus esfuerzos extra para el logro de objetivos educativos y sociales.
-          Con frecuencia tienen menor tolerancia a la frustración, siendo necesario que se les muestre que del fracaso también se puede aprender, enfocando los errores desde lo positivo y no desde la crítica o la negación de la capacidad.
-          Sentimiento de inseguridad; el oído es un sentido que nos informa de situaciones de peligro, el uso de instrumentos alternativos como señales luminosas o alarmas, puede ayudarlos a paliar esta incertidumbre.
-          Desconfianza hacia las personas que le rodean, ya que pueden tener más información de la que él carece. La costumbre de incluir al niño/a sordo en todas las conversaciones, con la seguridad de que entiende, permitiéndole que participe de ellas es una buena medida a tomar.
-          Dificultades para anticipar hechos y crear patrones de causa-efecto: en nuestra vida cotidiana todo lo que sucede se asocia a un sonido y parte del significado de lo que sucede, está determinado por este sonido. No poder percibir auditivamente, limita el anticipar lo que va a suceder, la causalidad se relaciona con estos hechos. Para paliar esta limitación es fundamental, el uso de imágenes y lenguaje compartido, también la experimentación de los hechos, causas y efectos y el proporcionarle claves no sonoras para que pueda anticiparse, ayudará a que puedan preveer efectos, dándoles mayor seguridad.

Desde el punto de vista cognitivo hay que señalar que la sordera sin otras alteraciones no implica la existencia de una alteración cognitiva. No obstante sabemos sin embargo que muchas operaciones cognitivas están influidas por la posibilidad de oír (categorización, análisis, síntesis, manipulación mental de la realidad, autorregulación..)

Con la carencia de información auditiva, puede quedar limitada la comprensión de datos, relaciones, hechos o conceptos, siendo necesarias explicaciones complementarias para paliar esa dificultad, proporcionando además información escrita para ampliar dicha información y aprendizaje de conceptos.

La carencia del lenguaje les hace más dependientes de las percepciones sensoriales presentes, singularmente las visuales, y esto les dificulta tareas relacionadas con el pensamiento abstracto, pudiendo tener más dificultades en formular y comprobar mentalmente hipótesis, pensamiento hipotético-deductivo, creación de alternativas de pensamiento o comprensión de textos escritos…Por eso será necesario tenerlo en cuenta en el apoyo que reciban.

La memoria en los niños/as sordos está influida por las características de su procedimientos de codificación y descodificación, principalmente visuales, menos efectivos que los semánticos. No obstante se sabe que, los niños/as que desarrollan el lenguaje oral funcional, codifican además de manera semántica, lo que es más eficaz para el recuerdo.

Dado que los niños/as sordos recuerdan mejor las palabras y conceptos que tienen equivalencia en el lenguaje signado o que son visuales (lenguaje escrito), es importante en el apoyo potenciar esta vía de acceso a los conocimientos y al propio aprendizaje del lenguaje oral funcional.

lunes, 24 de agosto de 2015

EL SETPOINT EN LA PERDIDA DE PESO

Existen barreras fisiológicas y psicológicas al intentar perder peso y mantenerlo a largo plazo, la clave está en: cambiar el estilo de vida conductual, emocional y cognitivamente, marcando objetivos realistas.

El sobrepeso se alcanza cuando el índice de masa corporal (IMC) se sitúa entre 25 y 29.9 y la obesidad cuando el (IMC) es mayor a 30. Desde la salud existen múltiples evidencias que relacionan el incremento de IMC con el incremento de morbilidad (p.e. artrosis, diabetes, hipercolesterolemia o incremento del riesgo quirúrgico) y con el de morbilidad atribuible a todas las causas (p.e. cardiovascular o cáncer).

Según diferentes estudios el 62% de los Españoles mayores de 18 años tienen exceso de peso, pero no todas las personas que buscan ayuda para perder peso lo hacen por motivos de salud, sino que también lo hacen por la preocupación de una imagen corporal que la sociedad demanda y los medios de comunicación difunden. El la actualidad el IMC de 25 no es considerado estéticamente adecuado. Por lo que deberíamos plantearnos antes de iniciar cualquier dieta si verdaderamente, es algo necesario o no.

En los casos en los que es necesaria una pérdida de peso, hay que tener en cuenta que, existen unas barreras fisiológicas y psicológicas para perder peso y poder mantener esa perdida a largo plazo.

Al iniciar cualquier programa de pérdida de peso, el organismo pone en marcha una serie de frenos, que tratan de bloquear dicha reducción. Entre dichas barreras cabe destacar el efecto suelo de las dietas (sí una persona comienza a restringir el número de calorías que consume habitualmente, los primeros kilos se perderán rápidamente, sin embargo, al cabo de algunas semanas observará como, a pesar de mantener dicha restricción, pierde cada vez menos kilos hasta que ya no baja más.

El organismo del ser humano se comporta como si dispusiese de una barrera que es muy difícil de traspasar, lo que se ha denominado “setpoint o punto fijo”. Ahora bien este setpoint no es inamovible, de hecho a medida que se va ganando peso con los años se sitúa cada vez más arriba. Por el contrario sí se pierde peso y se mantiene dicha perdida de peso, el setpoint también puede situarse más abajo, pero son necesarios algunos años para su consolidación, algunos especialistas lo sitúan entorno a los seis años.

Esta homeostasis a la que tiende el cuerpo tiene una explicación fisiológica que se ha demostrado en diferentes experimentos que reflejan que; cuando los adipocitos comienzan a vaciarse dejan de fabricar leptina y esto incrementa la sensación de hambre. En sentido inverso, cuando los adipocitos se llenan la producción de leptina bloquea la sensación de hambre. Esto puede explicar la voracidad que sienten las personas cuando restringen significativamente su alimentación, como después de unos días de excesos, el organismo tiende a comer menos y volver a su peso normal.

Diferentes estudios de personas que acuden a consultas médicas para perder peso, han mostrado que; el 95% que pierden peso lo recuperan entre uno y cinco años más tarde.

Las personas restrictivas, es decir, aquellas que se encuentran atrapadas en un proceso continuo de dietas y que para regular su ingesta atienden más a creencias de lo que deben hacer, que a las sensaciones reales de hambre o saciedad, tienden a comer descontroladamente y darse atracones cuando violan la dieta o cuando están alteradas emocionalmente. La ruptura de la restricción lleva a la desinhibición alimentaria.

Sí las personas recuperan un peso igual o superior al que han perdido, tras una dieta hipocalórica, esto se debe, en gran medida, a los cambios que dicha dieta puede provocar en su comportamiento alimentario y que se traduce en una mayor sensibilidad y gusto por los alimentos, además de una mayor desinhibición alimentaria.

Deberíamos también considerar el hecho, de la cantidad de peso que somos capaces de perder. Muchas personas creen que se puede conseguir reducciones de más de un 10%-15% de modo permanente, aunque los datos parecen señalar que, en muchos casos no son así a largo plazo. Cuantos más fracasos previos se han tenido con las dietas hipocalóricas y cuanto mayor es el porcentaje de peso que se pierde y gana, mayor es la probabilidad de fracaso con una nueva dieta. De hecho se ha demostrado también que entro uno y dos tercios de los llamados dieters, re-ganan más peso del que perdieron, antes de comenzarla.

El IMC es el mejor índice por tanto, para establecer el peso de una persona en relación a su talla. Muchas personas no aceptan inicialmente esta idea y su pretensión suele ser tener el cuerpo que tenían en un momento particular de su vida. Se trata de una negativa a asumir que, su cuerpo ahora no es el que fue y que los cambios que puedan lograr, parten del tamaño actual del cuerpo.

¿Cuánto peso es adecuado perder para facilitar que no se vuelva a recuperar?. Para la mayor parte de las personas, reducciones entorno a un 5% son posibles y sostenibles a lo largo del tiempo y aunque puedan parecer limitadas respecto a los deseos personales, pueden ser muy beneficiosas en términos de salud.

No obstante, cada persona es diferente, por lo que no habría que prejuzgar dicha perdida pero sí, partir de la base anteriormente señala al intentar realizar cualquier dieta. Lo más prudente es comenzar con cambios alimentarios y del estilo de vida, hasta que vayan surgiendo efecto y la perdida de peso se vaya estabilizando.

Se trata por tanto, no sólo de realizar un cambio en la dieta, sino de promover el cambio en todos aquellos aspectos del estilo de vida, que contribuyen a perder peso y mantenerlo (alimentación, ejercicio, control emocional, cambios cognitivos y conductuales…)

El control de peso requiere la modificación de muchos hábitos, que definen un nuevo estilo de vida individual, aprovechando todos los recursos personales, familiares y sociales de la persona, que refuercen ese nuevo repertorio de conductas.

Estimular la práctica de actividades físicas moderadas, es importante porque, aunque no provoca una pérdida significativa de peso, sí se ha demostrado que es fundamental para no incrementarlo, además causa cierto cansancio físico que, a su vez, suele facilitar un mejor descanso e incrementar la calidad del sueño. La cantidad y calidad del sueño es también importante para el control del peso, porque se asocia con la correcta regulación de las sensaciones de hambre y saciedad.

La actividad física también modera el apetito, y sirve para controlar los estados emocionales de ansiedad y depresión, que pueden llevar a muchas personas a una ingesta de alimentos hipercalóricos, como una forma de calmar los nervios a corto plazo.

Se trata por tanto de un cambio de hábitos en todos los niveles (físico, mental, emocional..)  siendo necesario en muchos casos además del seguimiento médico, una terapia psicológica que ayude a conseguir un objetivo real y saludable a nivel físico, pero sobre todo conductual, emocional y cognitivo, que se mantenga en el tiempo.

sábado, 22 de agosto de 2015

ALTERACIONES DEL SUEÑO CONSECUENCIAS COGNITIVAS


Cuando se duerme mal las capacidades cognitivas son las primeras en verse repercutidas

A medida que nos hacemos mayores el patrón del sueño suele ir variando; se tiende a dormir menos y el tiempo de sueño profundo es menor, siendo más largas por tanto las fases de sueño ligero.

¿Qué ocurre cuando no se duerme bien? Cuando por la noche no se duerme lo suficiente o el sueño no es reparador por su mala calidad, además de estar soñoliento durante el día, se suele procesar más lentamente la información y nos cuesta más aprender cosas nuevas o mantener la atención, la memoria muestra fallos continuos y se vuelve difícil razonar y reflexionar de forma correcta. Este tipo de consecuencias en muchas ocasiones se atribuyen a la edad, cuando en ocasiones es consecuencia de alteraciones del sueño.

Es importante cuando esto ocurre reestructurar nuestro estilo de vida, asegurando un sueño suficiente y reparador, realizar ejercicio físico, llevar una adecuada alimentación y perseguir unos objetivos cotidianos asequibles, tendrán un efecto positivo en nuestra memoria y globalmente en nuestras capacidades mentales.

Si el problema persiste a pesar de intentar reestructurar nuestro estilo de vida, es cuando deberemos acudir a un especialista, para que nos ayude en el proceso proporcionándonos habilidades para conseguir que nuestro sueño sea reparador.

viernes, 21 de agosto de 2015

ESTRES TOXICO EN LA PRIMERA INFANCIA


El periodo prenatal y los primeros años de vida tiene una extraordinaria relevancia en la salud física y psicológica, a lo largo de toda la vida.

La salud física y psicológica de los primeros años de vida influye de forma extraordinaria no sólo en la infancia, sino a lo largo de todo el ciclo vital.

Hay numerosas evidencias empíricas de que en este período el ser humano es altamente vulnerable a los efectos negativos de determinadas experiencias adversas (lo que se denomina estrés tóxico), entre las que se podrían destacar entre otras:
-          La ansiedad materna prenatal
-          Situaciones de maltrato o negligencia en la temprana infancia

Investigaciones llevadas a cabo desde la neurobiología evolutiva, aportan claves importantes acerca de los mecanismos a través de los cuales, dichas experiencias afectan el proceso del desarrollo infantil provocando alteraciones y disfunciones en la arquitectura cerebral.

Dichas alteraciones tienden a ser persistentes e incrementan el riesgo de desórdenes y problemas físicos, cognitivos, sociales y emocionales, a lo largo de la infancia, adolescencia y madurez.

La evidencias apuntan la necesidad y relevancia social de desarrollar en determinados contextos y situaciones, programas preventivos de intervención temprana y en los casos en que ya no sea posible, iniciarse intervenciones rehabilitadoras tempranas que minimicen dichos efectos, estas deben ir dirigidas principalmente a los padres pero también a los niños rehabilitando y estimulando las áreas físicas, cognitivas, sociales y emocionales donde se necesite intervenir.

lunes, 10 de agosto de 2015

LA ALTERACIÓN DISLEXICA :MEMORIA, PERCEPCIÓN Y LENGUAJE


Las dificultad lectoescritura que comienza a aparecer en niños/as entre los 5 y 8 años categorizada como dislexia, es principalmente una dificultad de codificación de la entrada visual a códigos verbales y en ese proceso se ven implicados diferentes representaciones internas de forma característica como: pensamiento, memoria, percepción y procesamiento del lenguaje.

Las dificultades específicamente verbales que se encuentran en los niños/as con dislexia y que derivan en múltiples problemas de lectura y escritura, aparecen principalmente al abstraer y generalizar la información verbal en tareas tales como, la transferencia de información, esto se debe a un déficit en el lenguaje que dificulta la integración de visual a verbal, en la memoria a corto plazo.

En diferentes estudios se ha podido constatar que en los niños/as con dislexia no se aprecian dificultades en la memoria a largo plazo, ya que son capaces de aprender y recordar lo aprendido. Lo que si se detecta es una cierta debilidad en la memoria a corto plazo, particularmente la memoria serial y secuencial, además de en la descodificación verbal, por lo que suelen usar más los códigos de acceso visual que los verbales, principalmente en el procesamiento lector.

La importancia de las dificultades de procesamiento verbal que tienen los niños/as con estas características, son dificultades relacionadas con la traducción de la entrada visual a códigos verbales o de base auditiva, existiendo sólidas pruebas en diferentes estudios que indican una dificultad de codificación fonológica/fonética/ verbal en los niños/as disléxicos.

En cuanto a las funciones lingüísticas de orden superior donde influyen los factores sintácticos, semánticos y léxicos de lenguaje, en los niños o niñas disléxicos su rendimiento es inferior en el uso de la morfología estructural, además hacen poco uso de los rasgos suprasegmentarios como el tono, acento…pasando por alto importantes señales lingüísticas que a los demás nos ayudan a la comprensión del texto.

Es importante tener en cuenta lo indicado anteriormente para el diagnóstico y correcto tratamiento, ya que el aprendizaje de la lectoescritura es la base del aprendizaje general de otras materias e influye muy directamente en el correcto rendimiento escolar.

sábado, 25 de julio de 2015

DIFICULTAD DE APRENDIZAJE DE LA ESCRITURA: HABILIDADES FISIOLOGICAS-COGNITIVO- EMOCIONALES

Si el gesto gráfico es la consecuencia de la intervención de diferentes estructuras anatómicas (sistema nervioso y muscular), cognitivas (atención, memoría..) y lingüísticas (morfología, sintaxis, semántica), las disfunciones de dichas estructuras (graves o no) repercutirán tanto en el desarrollo como en la ejecución del gesto gráfico, dando lugar a diferentes tipos de disgrafías.

La función simbólica de la escritura es la capacidad más importante que adquieren la mayoría de los niños y niñas entorno a los tres años. Si el niño/a tiene correctamente desarrolladas ciertas capacidades de tipo neurológico, cognitivo, lingüístico o socioemocial, encontrará menos dificultades en el camino de este aprendizaje.

Según las bases neuropsicológicas, el conjunto de habilidades que intervienen en el aprendizaje del proceso escritor se agrupan entorno a las siguientes:
-          Perceptivas: (correcta percepción de los grafemas en su forma visual y auditiva)
-          Motrices: ( muy directamente relacionado con la percepción, correctas habilidades de transcripción desde el punto de vista psicomotor)
-          Cognitivas: (relacionadas con los diferentes procesos de atención, memoria, asimilación, comprensión…)
-          Lingüísticas: (desarrollo lingüístico aceptable, conciencia fonológica y léxica)
-          Afectivo- emocionales: (autoestima o confianza en sí mismo, madurez emocional…)

El estudio de estas habilidades es común para la detección de posibles trastornos en la escritura, dado que todos tienen en común este tipo general de disfunción, siendo muy difícil encontrar niños o niñas cuyos errores sean exclusivamente disortográficos, diagramáticos o disgráficos, siendo más normal que en las dificultades de aprendizaje intervengan la dificultad en la adquisición de varias de estas habilidades.

Es importante señalar que el proceso de enseñanza-aprendizaje de la escritura es recomendable realizarlo simultáneamente al de la lectura, recomendándose que el aprendizaje sea mediante un apoyo psicopedagógico especializado, sino se cumplen algunas de las siguientes características:

Neurofisiológicas.
-          Carecer de dificultades sensoriales.
-          Suficiente desarrollo muscular.
-          Ausencia de trastornos motrices a nivel manual y digital.
-          Buena coordinación dinámica manual.
-          Suficiente habilidad instrumental.
-          Lateralización manual estable.
-          Tener estructurada la imagen corporal.

Cognitivas
-          Carecer de algún trastorno en el funcionamiento de los procesos cognitivos básicos.
-          Buen desarrollo perceptivo: capacidad de discriminación visual y auditiva, aptitud para la coordinación perceptivo motora, orientación viso-espacial correcta
-          Discriminar y memorizar visualmente.
-          Suficiente capacidad de atención.
-          Desarrollo lingüístico aceptable.

Socioemocionales
-          Confianza en sí mismo.
-          Madurez emocional.

            Conciencia fonológica

-          Capacidad para segmentar palabras en sus correspondientes fonemas, para su posterior conversión en grafemas.

Capacidad de memoria a corto plazo.

-          Capacidad para mantener las palabras que vamos a escribir en un “almacén temporal”, mientras que realizamos los ejercicios motores encargados de su representación gráfica.

   Capacidad de memoria a largo plazo

-          Capacidad para almacenar el conjunto de información relacionada con los temas que conocemos.

        Léxico fonológico

-          Capacidad de conversión de los sonidos a las palabras, aplicando las reglas de conversión fonema-grafema para obtener su forma ortográfica.

Centrándonos en los sistemas funcionales neurológicos, cognitivos o de tipo intelectual, se pueden distinguir las dificultades en el proceso de aprendizaje lecto-escritor, para intervenir psicopedagógicamente en cada uno de ellos y en su conjunto, con el fin de que los niños/as que muestran dificultades en alguna/as de las habilidades las adquieran para su correcto aprendizaje lecto-escritor y escolar.



domingo, 19 de julio de 2015

SINTOMATOLOGÍA Y FORMAS CLINICAS DEL TDAH


El trastorno de hiperactividad puede valorarse desde el punto de vista cuantitativo (como suma de acciones y movimientos) y cualitativo (nivel de desorganización y caos). La diferencias de estos dos parámetros da lugar a la definición de diferentes formas clínicas existentes: trastorno de déficit de atención con hiperactividad con predominio de déficit de atención o inatento, y trastorno por déficit de atención con hiperactividad con predominio hiperactivo-impulsivo.

Este trastorno presenta síntomas primarios y síntomas asociados:

Síntomas primarios:

-          Problemas de atención: la característica principal es que cambian continuamente de tarea y no prestan atención a lo que se les dice. Los profesores suelen quejarse de falta de de concentración, de conductas que no tienen que ver con las tareas que están realizando. No enfocan ni ejecutan eficientemente la capacidad de atención y no saben cambiarla de forma adaptativa.

-          Problemas motores: se caracterizan por una actividad inoportuna y movimiento desorganizado y carente de objetivos, presentan dificultad en iniciar y llevar a cabo patrones de conducta dirigidos a una meta, además de una imposibilidad de seguir una secuencia desconocida de actos dirigidos a un fin, donde deben poner en juego alternativas que se le presentan y decidirse por una.
Estos problemas suelen presentarse más en situaciones sedentarias y estructuradas.

-          Impulsividad: se caracterizan por la incapacidad de pararse a pensar antes de actuar y por manifestar conductas incontroladas sin pensar en las posibles consecuencias. Estas conductas dan lugar a la aparición de peligros constantes, de interrupción a las demás personas, a no controlar su conducta y a no demorar refuerzos buscando gratificaciones inmediatas.

-          Síntomas asociados:

-          Alteración de las relaciones sociales: intratables, perturbadores, desobedientes, agresivos física y verbalmente etc. Tiene problemas para ajustarse a normas y reglas en los juegos cooperativos.

-     Problemas de aprendizaje y fracaso escolar: la presencia del déficit de atención dificulta el aprendizaje matemático de la lectura y escritura, el fracaso escolar es mucho más importante en este déficit.

           Presencia de alteraciones de memoria y en la aplicación de estrategias ejecutivas próximas en el tiempo. Dificultades de organización y anticipación de tareas temporales.

-          Presentan con mayor frecuencia labilidad psíquica, inmadurez emocional y temperamento fuerte.

           Sintomatología de alteración afectiva y ansiedad: excitabilidad, fácil tendencia a la frustración, cambios de humor, ansiedad, depresión, baja autoestima.

-          Dificultades en la iniciación del sueño y despertar precoz.

      El tratamiento psicológico y psicopedagógico en estos casos es fundamental para el correcto desarrollo del niño/a dentro de su entorno educativo, familiar y social.
    

miércoles, 15 de julio de 2015

TRASTORNO DE ANSIEDAD POR SEPARACIÓN


La ansiedad por separación consiste en la presencia de una reacción de ansiedad/miedo excesiva y evolutivamente inapropiada ante la separación del hogar, la familia y de las personas a las que el niño/a se encuentra afectivamente vinculadas.

Cuando aparece este tipo de trastorno en los niños o niñas, entre los diferentes factores relacionados con su etiología se encuentran: experiencias traumáticas de separación (presentes también en muchas ocasiones en hijos/as de padres separados), experiencias de apego negativas, sobreprotección parenteral y reforzamiento de conductas de dependencia.

Este trastorno de la infancia presenta los siguientes síntomas característicos:

-          Temor exagerado ante situaciones que implican separación (permanecer solo, dormir fuera de casa)
-          Excesiva preocupación o temor por el hecho de que pueda suceder algo malo, a ellos mismos o a sus seres queridos (un accidente, que lo rapten, perderse).

Los niños o niñas que presenta esta patología pueden negarse a salir de casa, a ir de excursión o a un campamento por miedo a separarse de su familia y un elevado porcentaje muestra rechazo al colegio, lo que puede dar lugar a problemas académicos como; bajo rendimiento escolar y evitación social lo que conlleva a problemas de relaciones sociales en el entorno escolar.

Algunos niños/as pueden presentar pesadillas relacionadas con la separación y se quejan de dolor de cabeza, estómago etc., cuando anticipan que ocurrirá esta separación.

Es importante tratar este tipo de trastorno de ansiedad, ya que afecta a la correcta vida cotidiana familiar, escolar y educativa del menor, además de que con el tiempo corre el riesgo de poder generalizarse derivar en otros problemas psicológicos.