LICENCIADA EN PSICOLOGÍA.UNIVERSIDAD AUTONOMA DE MADRID 1998. PSICOPEDAGOGA.UCM.2005

sábado, 17 de mayo de 2014

TRASTORNOS EN LA INFANCIA Y ADOLESCENCIA


Algunos síndromes de conducta desadaptada, pueden aparecer en cualquier momento durante el ciclo de la vida. Al igual que los adultos, los niños pueden desarrollar señales de trastornos depresivos, de ansiedad, de personalidad, somatomorfos y orgánicos.

Ciertos patrones anormales de conducta siempre se desarrollan muy temprano en el ciclo de la vida; como la perturbación de deficiencia de atención con hiperactividad, que produce en los niños que la padecen movimiento excesivo, junto con problemas para concentrarse e impulsividad.

Otro trastorno como el desorden de personalidad antisocial, se particulariza por un comportamiento antisocial, carencia de conciencia y manipulación, autoindulgencia, impulsividad y aislamiento emocional. Pudiendo estar sus orígenes en una predisposición genética, valores culturales, modelos paternales antisociales, disciplina insuficiente o inconsistente y dificultades tempranas en la escuela.

Al igual que en los adultos, los niños pueden desarrollar señales de trastornos depresivos, de ansiedad, de personalidad, somatomorfos y orgánicos. Los trastornos de ansiedad de la misma forma que en los adultos, incluyen síndromes fóbicos, de ansiedad generalizada, pánico, obsesivo-compulsivos y tensión post traumática, que se deben tratar. En todos se observa una ansiedad excesiva, una reacción desadaptada a la tensión o ambos. Un sistema autónomo nervioso hiperreactivo establecido por los genes o por cargas pesadas de ansiedades, parece combinarse con las experiencias generadoras de tensión, moléculas químicas o factores médicos elicitadores de ansiedad, para producir estos desódenes, también en niños/as.

Otras dificultades como los desórdenes de la alimentación, anorexia nervosa y bulimia, tienen más probabilidades de surgir en la adolescencia.

Los problemas del desarrollo, pueden ser específicos y limitados a una sola área (p. ej., no poder aprender a leer u orinarse en la cama) o persistentes y profundos, afectando a la evolución de muchas funciones psicológicas básicas.

Muchas formas de conducta desaptada en la infancia o adolescencia, parecen adquirirse de múltiples maneras. Es característico que la propensión de naturaleza genética o del desarrollo y las ansiedades físicas y psicosociales, contribuyan de modo individual o en combinaciones.

Los problemas afectivos que se observan en esta etapa de la vida, vienen de dos formas: circunstancias unipolares como la depresión profunda y la perturbación distímica y las reacciones bipolares. A veces los niños/as con desajustes afectivos pueden llegar a considerar el suicidio. Entre los factores implicados en los orígenes de los síndromes afectivos, nuevamente están los genes, predisposiciones a sentir impotencia y a pensar de manera autoderrotista, pérdidas y padecimientos médicos.

Las neurosis que se observan en estas etapas, giran en torno a la ansiedad y la evitación, mientras que las psicosis más debilitantes, implican distorsiones de la realidad, cambios profundos en los estados de ánimo y deficiencias intelectuales. Es importante conocerlos para poder identificar, cuando los niños/as pueden necesitar un tratamiento psicológico.

El autismo infantil es otro de los trastornos que se manifiesta en la niñez y adolescencia, se caracteriza por problemas de comunicación, falta de capacidad para responder a las personas y conductas extrañas. Suele atribuirse a patologia cerebral inducida por la herencia o por lesiones pre o perinatales.

La conducta anormal o desadaptada en la infancia, a menudo se identifica por un funcionamiento cognoscitivo y social deficiente, demasiado o poco control de uno mismo o angustia grave.

A veces es difícil diferenciar entre los orígenes psicológicos o médicos en determinadas patologías, como ocurre con los trastornos somatomorfos, en los que niños/as pueden mostrar dificultades físicas sin base orgánica conocida y en los que el tratamiento psicológico es fundamental para su recuperación física y psicológica.

La importancia del tratamiento psicológico, en cada uno de los casos anteriomente mencionados, es fundamental para el correcto desarrollo psicológico y físico, en una etapa de la vida todavía en desarrollo, en la que se pueden conseguir cambios importantes, salvando muchas de las patologías que aparecen, de cara a su futuro personal y profesional.

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