LICENCIADA EN PSICOLOGÍA.UNIVERSIDAD AUTONOMA DE MADRID 1998. PSICOPEDAGOGA.UCM.2005

jueves, 19 de septiembre de 2013

LA INTELIGENCIA EN LA MADUREZ


Bárbara Mc-Clintock que ganó el premio novel en 1983, con ochenta años continuó la investigación que hizo avanzar mucho la comprensión de la organización y funcionamiento de los genes.

El compositor de música Eubie Blake, todavía tocaba el piano y escribía música a los noventa años.

"Los logros de muchas personas ancianas productivas, muestran que la creatividad y la vitalidad intelectual puede durar toda la vida"

Diferentes estudios neurológicos indican que, el cerebro sufre cambios con la vejez que parecen mermar las habilidades intelectuales, físicas y de procesamiento de la información sensorial. Si bien es verdad que, ciertas capacidades sensoriales, motoras y de memoria, parecen verse afectadas con la edad, también es cierto que, sólo una minoría de personas de edad, muestran señales declaradas de senilidad. En general las personas de edad, exhiben mucha variabilidad intelectual.

Los deterioros en la inteligencia, están más asociados con una salud deficiente y la inactividad. Una educación alta y un ingreso económico cómodo, están ligados con el mantenimiento de capacidades intelectuales relativamente elevadas. Es por lo tanto factible que, las personas con estas ventajas tengan la libertad para ejercitar su mente.

De estos datos se puede constatar  que, la inteligencia se beneficia de la educación y de las experiencias vividas y que esta se mantiene durante toda la vida incluso en la vejez, es lo que se ha denominado inteligencia cristalizada.

Pero además de esta, existe otro tipo de inteligencia, la inteligencia fluida, concebida como de origen biológico y que parece beneficiarse poco de la educación o de las propias experiencias personales. Algunos estudios sugieren que este tipo de inteligencia ( que engloba capacidades: razonar con rapidez o la capacidad de recordar gran cantidad de datos en poco tiempo), llega a su máximo en la adolescencia o en los primeros años de la vida adulta y decae en la ancianidad, junto con los cambios cerebrales.

En cambio la inteligencia cristalizada, que se refiere a la reserva de la persona de conocimientos que se acumulan poco a poco, como vocabulario, matemáticas, razonamiento social e información, se mantienen intactas e incluso estas habilidades cristalizadas, pueden mejorar durante toda la vida.

Aunque existen datos que indican, que el cerebro de las personas a los 60 años de edad cambia; los espacios que contienen líquido se ensanchan, el volumen promedio del fluido se incrementa, la densidad del tejido es menor, e incluso se piensa que la transmisión de mensajes en los circuitos neuronales se vuelve menos eficiente y esto ocurre de forma paralela a las deficiencias mentales relacionadas con la edad.

Por otro lado es indudable que, el ambiente influye en el rendimiento mental, en las últimas etapas de la vida. Si no fuera así, los programas a corto plazo de tratamiento, no tendrían éxito como: programas educativos encaminados a robustecer las habilidades memorísticas, estrategias cognoscitivas y las reservas para enfrentarse a las situaciones.

Las asesorías destinadas a disminuir la ansiedad o la depresión o para incrementar la autoestima, también pueden fortalecer la capacidad mental. La ansiedad, falta de confianza,  la escasez de motivación, pueden deprimir el rendimiento.

Si se controlan estas variables ambientales y de salud en la vejez, se puede sacar partido de las dimensiones intelectuales claves en este periodo, como la sabiduría y la integración del conocimiento.





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