LICENCIADA EN PSICOLOGÍA.UNIVERSIDAD AUTONOMA DE MADRID 1998. PSICOPEDAGOGA.UCM.2005

domingo, 12 de enero de 2014

PRIMEROS AÑOS DE VIDA: RETRASO EN LAS CAPACIDADES



El desarrollo  psicológico infantil, es un proceso en el que se van construyendo de manera progresiva las capacidades y potencialidades de los niños/as, en interacción con su entorno físico y social, del apoyo que reciban de este y del tipo de interacción- estimulación, dependerán el resurgir correcto de estas capacidades y potencialidades.

La etapa infantil de los 0 a los 6 años y su calendario madurativo aportan indicadores fundamentales de los aspectos psico-biológicos en cada edad, además de aportar información de las características individuales y evolutivas de las capacidades del niño o niña (físicas, afectivas, intelectuales y sociales) en esta etapa de su vida. La medición de los perfiles psicomotores, cognitivos, escalas de lenguaje, autonomía personal, actitudes sociales etc. Aportan a los profesionales de la psicología y psicopedagogia importante información sobre como es el desarrollo de estas capacidades y su posible dificultad o retraso en cualquiera de ellas.

Esta etapa es donde se asientan los pilares del futuro desarrollo del niño, adolescente y adulto en cualquiera de sus áreas cognitiva, psicológica, social y conductual, por eso es importante que se desarrolle con la estimulación y el apoyo necesario, dependiendo de las características de cada niño, no sólo en el entorno educativo sino también familiar.

La educación infantil en esta etapa en los colegios y escuelas infantiles, tienen como principal objetivo estimular el desarrollo de todas las capacidades (intelectuales, físicas, sociales y afectivas), desde esta prespectiva sus objetivos son:
  • Asumir la estimulación y orientación del desarrollo evolutivo, colaborando y compartiendo con las familias las funciones.
  • Contribuyendo a compensar y nivelar carencias o desajustes debidos al contexto sociocultural o a la deprivación socioeconómica.
  • Realizando la función de prevención de posibles dificultades, que posteriormente pudieran manifestarse.
Precisamente en este último punto donde cumplen un papel importante, pues son los primeros que tienen referencias para saber que un niño o niña, muestra dificultad en alguna de sus capacidades y necesita apoyo específico. Los padres deben valorar positivamente esta información, con el fín de buscar valoración profesional y el apoyo adecuado para el correcto desarrollo de su hijo/a.

Esta etapa infantil tiene como característica fundamental, la adquisición de autonomía en el desempeño de sus funciones corporales básicas (dormir, comer y eliminar desechos corporales), además del aprendizaje correcto de conductas y habilidades básicas, o la adquisición de un lenguaje correcto para comunicarse con los demás. Cuando el niño presenta alguna dificultad, para realizar cualquiera de estas funciones de forma correcta y autónoma, a una edad en la que este comportamiento seria normal, se debe consultar a profesionales especializados, ya que el tratamiento de estos trastornos en las áreas antes mencionadas, suele requerir la intervención conjunta muchas veces, de médicos y psicólogos.

Cualquier problema conductual, cognitivo, del habla, sueño o alimentación que pueda estar apreciándose en el niño/a y que interfiera en su vida familiar y educativa, debe ser valorado, con el fín de descartar una posible patología o el comienzo de esta, si no se corrige convenientemente.

En estas edades a veces aparecen problemas de conducta, que si no se corrigen a tiempo pueden derivar en otros más importantes, llegando incluso a afectar a su correcto desarrollo psicológico, social, familiar o futuro rendimiento escolar. Lo mismo ocurre con las dificultades en la adquisición del habla, que en los niños/as en las cuales aparece, deben apoyarse convenientemente desde el principio, corregirse y estimularse con el fín de que el futuro, no deriven en problemas con la lectura, escritura, matemáticas o rendimiento académico en general o problemas psicológicos o sociales importantes. Es un error cuando se dice "ya se pondrá al nivel de los demás" o "es pequeño todavía es pronto", si el retraso existe o el niño presenta dificultad en cualquiera de las áreas, el tratamiento temprano es la mejor opción para que no se complique posteriormente.

En el desarrollo del niño/a a estas edades, pueden aparecer además situaciones en las que el patrón del sueño normal para la edad, sufra alteraciones importantes que requieran tratamiento. Estas alteraciones igual que las anteriores, pueden ser detectadas en el aula, en este caso la detección puede ser indirecta como: cansancio del niño, adormilamiento o bajo rendimiento escolar. En estos casos una vez descartada la existencia de algún trastorno médico o psicopatológico que pudiera estar dando lugar a la aparición del trastorno y que fuera susceptible de tratamiento, la mayoría de los problemas infantiles con el sueño son susceptibles de mejora, instaurando una correcta higiene del sueño.

Por otra parte, la evolución que la alimentación del niño sufre durante la infancia y niñez es tan grande y afecta a tantos parámetros (tipo de alimentos, forma de elaboración, periodicidad y ritmo de ingestión) que es frecuente que en este proceso se produzcan problemas con la alimentación como: rechazo de alimentos, vómitos, que pueden llegar a ser graves, si no se atienden convenientemente. En la prevención de los trastornos y problemas del comportamiento alimentario, la escuela tiene un gran protagonismo, ya que es un ámbito adecuado para organizar e impartir programas educativos para los padres, que promuevan la adquisición de hábitos saludables, que impidan la adquisición de trastornos y problemas.

La época preescolar es el período en el que los niños finalizan la secuencia normal de control de esfínteres. El problema más frecuente se produce, por la falta de control urinario nocturno. Cuando los padres consultan un problema de este tipo, y sólo cuando la edad ya lo aconseje, debe recomendarse una exploración médica, para descartar la existencia de problemas orgánicos y a continuación recomendar una intervención psicológica conductual.

Cuando en esta etapa los padres o el propio centro educativo, sospechen que puede existir un problema en cualquiera de estas áreas que afecte al correcto desarrollo del niño o niña, se deberá contactar con profesionales especializados, pediatra y/o psicólogo, con el fin de realizar la correspondiente valoración y el tratamiento más adecuado, dependiendo de cada caso.



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