LICENCIADA EN PSICOLOGÍA.UNIVERSIDAD AUTONOMA DE MADRID 1998. PSICOPEDAGOGA.UCM.2005

domingo, 2 de junio de 2013

LA ADQUISICIÓN DE LA CONDUCTA AGRESIVA


La agresión siempre se ha considerado una consecuencia inevitable del aumento de un impulso o energía, producidos por factores internos del individuo o procedentes del ambiente externo.

Una perspectiva más reciente considera la agresión como una forma de conducta que se adquiere y mantiene, de la misma forma que cualquier otra conducta.

Esta teoría del aprendizaje de la conducta agresiva, plantea las siguientes preguntas: ¿Como adquiere una persona formas de conducta agresivas? ¿En que condiciones se convierten en parte del repertorio conductual? ¿Que factores determinan que se de esta conducta y además en repetidas ocasiones haciendose habitual?

¿Como se adquiere una conducta agresiva? Todas las personas actuan con el fin de lograr metas deseadas. Si un niño quiere un coche que hay encima de la mesa, se acercará y lo cogerá. Pero la situación se complica, si otro niño está jugando con el coche, de alguna forma hay que obligar a ese otro niño a que lo suelte. Una posibilidad es hacerlo directamente, simplemente arrebatarle el juguete. De esta conducta se derivan diferentes consecuencias, si la conducta agresiva tiene éxito, el niño la volverá a emplear en otras situaciones. Mediante el refuerzo positivo, la tendencia a actuar agresivamente resultará fortalecida. Hay tipos muy diferentes de refuerzo positivo que pueden ser efectivos de esta manera: objetos atractivos como juguetes, dinero o caramelos, ganar una posterior aprobación social o mayor estatus y evitar el dolor. Todos estos factores actuan de refuerzo a la hora de iniciar y mantener las conductas agresivas.

Existen también diferentes estudios que demuestran, que la conducta agresiva se adquiere además por el proceso de modelado: los niños adquieren este tipo de conductas observándolas en otras personas, junto con las consecuencias.

En un experimento de modelado unos niños observaban a un adulto, que mostraba una conducta muy poco frecuente y para los niños hasta nueva: entraba en la habitación de los juguetes, golpeaba a un gran muñeco hinchable con un martillo de goma y luego le daba puntapiés y le gritaba. Los niños de la condición control veían a un adulto jugando tranquilamente con los juguetes. En una segunda fase del experimento, el modelo era recompensado por el experimentador o bien su conducta no tenía ninguna consecuencia positiva. Después se daba a los niños la oportunidad de jugar con los mismos juguetes. Se encontró que los niños imitaban la conducta del modelo, cuando habían visto que era recompensado. El efecto se producía tanto si el modelo había sido observado en directo, como si aparecía en video. Además las figuras cómicas podían servir de modelo, igual que las realistas.

Estudios semejantes con adultos, han mostrado como un modelo puede reducir las inhibiciones sobre el comportamiento agresivo, en determinadas situaciones. Por ejemplo Thomas pega un puñetazo a Izal en la cara. No es muy complicado encontrar modelos para este tipo de conducta. Dificilmente podemos evitar ver esta conducta, si no de primera mano, al menos a través de los medios de comunicación. En estos casos no es sólo la conducta del modelo la que se observa, sino la forma en que está anclada e un contexto social. El observador aprende que en muchos casos, estas formas de conducta tienen consecuencias positivas.

Deberemos por lo tanto preguntarnos si las conductas agresivas se premian, en más ocasiones de las que pensamos o si esas mismas conductas no resultan penalizadas como deberian, produciendo que se vuelvan a repetir en los diferentes contextos que se presentan, escuela, entorno familiar o incluso en reuniones sociales. El efecto del modelado en los niños, con la posterior recompensa en algunos casos social, producen que estas conductas esten fuertemente arraigadas en nuestra sociedad.

Este tipo de conductas merecen una atención especial e intervención social inmediata, en cualquier tipo de situación, pues están fuerte mente ancladas en nuestra cultura y en muchas ocasiones no se les da la importancia que merecen.

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